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— 109 — > tonces a la torre de la iglesia de San Ignacio, donde con- tinúa midiendo el tiempo presente y recordando el pasado. A partir de esa época, la plaza de la Victoria recibió el nombre de Plaza de Mayo.

La vieja casa contigua al moderno palacio municipal, recientemente demolida para ampliar a éste, era la que el pueblo obsequió al general San Martín a su regreso de las campañas de Chile y el Perú; pero nunca la habitó, pues debiendo partir para el destierro que se impuso a sí mismo, vendióla al señor Riglos, bajo cuyo nombre fué conocida durante mucho tiempo.

En el costado que mira al sur se elevaba ya en 1810 la Catedral, que desde entonces ha sufrido muchas transfor- maciones, ensanchándose considerablemente. Nada más que huecos había en esa acera, hasta 1810.

Completaba la edificación, en el costado opuesto al Ca- bildo, el Fuerte, castillo fortificado y rodeado de fosos que sólo permitían la entrada por un puente levadizo. En los ángulos del edificio había unas torrecillas altas, donde día y noche hacían guardia los centinelas. En el Fuerte residía el gobierno de la colonia, y muchos años después de la independencia fué demolido, edificándose en su lugar la primitiva y luego la actual Casa rosada.

Finalmente, en el costado opuesto a la Catedral había, hasta 1810, algunos negocios de poca importancia, pero años más tarde se edificó la Recoba, al principio de un solo piso y más tarde de dos; bajo los arcos de la Recoba se situaban bandolas o mercerías ambulantes, que exhibían sus bara- tijas en cajones montados sobre caballetes de madera.