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—112— para comunicar al pueblo que desde ese momento era libre? ¿Quién podía pasar bajo los balcones de la vieja casa de Riglos sin recordar que en ellos se apiñaron se- ñoras y niñas para arrojar flores y ramas de laurel sobre los ejércitos que regresaban victoriosos a Buenos Aires? El día que, por la fuerza de la necesidad, desaparezcan


Plaza de Mayo, en 1910, vista desde el costado este.

esas reliquias históricas, el corazón de los argentinos ex- perimentará igual pena que la que se experimenta al ver morir un abuelo decrépito pero siempre querido.

INVESTIGACIONES INTERESANTES. — A los niños que no vivan en la ciudad de Buenos Aires, los invito a que hagan una investigación análoga respecto a la plaza principal de la ciudad que habiten,