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—= 111 — servían a los que por las tardes acudían allí a tomar aire, y no faltaba quienes los aprovecharan para dormir su siesta al' mediodía, cuando la ciudad quedaba sumida en el más profundo silencio y la más perfecta quietud. Tal era en 1810, según los historiadores, nuestra actual plaza de Mayo. ¡Qué contraste con lo que es ahora! Ro-

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Plaza de la Victoria, en 1834 (costados norte, este y sur).

déanla hoy hermosos edificios y a toda hora del día es el punto de mayor movimiento en la ciudad.

Aunque muy pocos, quedan sin embargo en ella algunos recuerdos de los viejos tiempos, restos de edificios históri- cos que podrán parecer de feo aspecto a quien no conozca los hechos a que están unidos, pero que hacen vibrar de sentimiento patriótico el corazón de los hijos de este sue- lo. ¿Qué argentino al pasar por el Cabildo y dirigir la vista a los balcones, no cree ver las caras radiantes de los patrio- tas asomados a ellos el glorioso día 25 de mayo de 1810