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— 10— de la mesa, las niñas pudieron darse cuenta de que, si a simple vista parecen iguales las tierras de los campos, calles, jardines y casas, hay, sin embargo, muchas variedades.

— Yo tenía entendido — dijo Carlota — que la tierra era siempre negra, y aquí no encuentro sino una que lo es realmente: ésta; — y señaló un papel que contenía algunos terrones.


Terreno arcilloso adecuado para fabricar ladrillos.

—Es del jardincito de casa — dijo Amelia; — papá la compró a un señor que tiene una chacra donde cultiva papas y otras verduras.

— Luego — dijo la maestra — esta tierra tiene que ser muy adecuada para los cultivos, y las plantas de tu jardin- cito prosperarán sin duda... Pero, ¿qué haces? Eugenia.

— Nada, señorita, quisiera sacarle todas estas basu-