ha ritas que contiene: tronquitos, hojitas secas... ramitas... — Tales basuras, como tú las llamas, hija mía, son pre- cisamente las que dan ese color negro a la tierra y la hacen buena para el cultivo. Ahora lo verás. Y colocando la maestra unos terrones de dicha tierra en una cuchara, púsola sobre la llama de un calentador. Al poco rato la tierra empezó a quemarse, despidiendo vapo-
Las playas de mar y las llanuras al pie de las montañas son arenosas.
res espesos, con gran sorpresa de las niñas, que la creían incombustible. Pasados algunos minutos, la combustión cesó. La señorita retiró entonces la cuchara y, después de dejarla enfriar, mostró a las niñas su contenido. De los terrones ligeramente húmedos y negros sólo quedaba un montoncito de tierra suelta y liviana, de color grisáceo y más parecida a ceniza que a tierra. $
