— Entonces, ¿la corri- da de toros no es trabajo lícito ?
— ¿Cómo puede serlo un espectáculo que ex- hibe al pueblo la cruel- dad de hombres que, por ganar dinero, no vacilan en martirizar y sacrificar una inocente bestia, y la del público que se di- vierte presenciando el sufrimiento de un animal y tal vez la muerte de un hombre?
— Luego ¿hay trabajos que están prohibidos?
—-Sí, hijito, muchos.
— ¿Y siempre porque son como ese?
—OÓ porque perjudican a otros. - Así, los que fabrican substancias 5d alimenticias que puedan dañar la «*k; salud de los consumidores; los que A preparan explosivos para arrojarlos sobre sus semejantes; los que em- 8 plean en sus fábricas niños que debían estar en la escuela; los que tienen a sus obreros en malas con- ' diciones higiénicas mientras traba- * jan; y muchos otros que no tienen en cuenta la advertencia hecha por la Constitución, se exponen a que Obrero.
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Comerciante.