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pirla de nuevo al llegar la noche; y de este modo vimos transcurrir los días y los días, sin otro cuadro ante nuestros ojos que la inmensa campaña solitaria, cruzada de tiempo en tiempo por ríos, arroyos y esteros o salpicada de sa- linas. Muy de tarde en tarde atravesábamos alguna pe- queña población, para volver en seguida a internarnos en los solitarios campos.

«Y como en esta vida todo tiene su fin— concluyó diciendo mi abuelo, —el día 1? de febrero, después de cincuenta y dos días de monótono viaje, entraba nuestro convoy de carretas a la plaza Mayor o de la Victoria, como se llamaba entonces a la actual plaza de Mayo de Buenos Aires.»

Tal es el relato que tanto me impresionó cuando yo era niña como ustedes. Ahora ya sabes, Alicia, el por qué de la comparación de Ramón, que se ha valido de un dicho bastante común en nuestro país. Cuando se quiere significar que una cosa tarda mucho en hacerse o en llegar a su destino, se suele decir que anda como carrela tucumana.

TEMA DE CONVERSACIÓN. — Refiera cada uno el viaje que hubiere hecho, indicando los medios de que se sirvió y contando los episodios del mismo, así como las impresiones recibidas.

TRABAJO INTERESANTE. — Sobre una mesa en la que habrán puesto una buena cantidad de tierra y arena, procuren reproducir el viaje en ca- rreta referido en la narración anterior. Si fabrican la carreta, imitan los accidentes del trayecto y se sirven de algunos jugueles comunes, la ilusión será completa.