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marañados bosques, y más de una vez, encerrados en ellos, sufrieron los efectos de la sed, que en aquel clima ardiente es una desesperación sin nombre. En cambio, los alimentos eran abundantes y variados, pues la selva les brindaba exquisitos frutos y las sabrosas carnes del pavo, del loro y del pecarí, especie de jabalí o cerdo silvestre. '


Acarreando ramas al barbacuá.

Bien sabían que en los bosques de Misiones, Chaco y Formosa abundan los animales; no sólo los insectos que deleitan la vista con sus vistosos colores sino también los que al picar dejan en la sangre su ponzoña, como las arañas, por ejemplo; no sólo los pájaros de canto armo- nioso y plumaje brillante o los ágiles carayás, monos pequeños que en bandadas brincan de árbol en árbol ha- ciendo oír sus parleros chillidos, sino los mamíferos más