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peligrosos o la infinita variedad de serpientes y víboras, entre las que descuella la de cascabel, cu- ya mordedura es mortal casi siem- pre.
Esos e infini- dad de otros ani- males igualmente peligrosos conocieron, pero las armas de que iban provistos les permitieron escapar a sus ataques.
Así transcurrían los días y nuestros tres amigos, que habían soñado con una fortuna, iban conformándose a la idea de tener que abandonar su propósito.
Pero he ahí que cierta mañana uno de los jóvenes, encaramado en un árbol mientras los otros se ocupaban en abrir una picada o camino en la selva, llamó la atención
, de los indiecitos haciéndoles mi- rar en dirección al poniente. ¿Qué era aquello que se veía como a tres cuadras de distancia? Pare- cía un bosque- cillo de plantas
Barbacuá o secadero de yerba.
Pisando las ramas después de tostadas.