— 269 — y, con el auxilio de pesados leños, pisaron en ellos la yerba hasta dejarta suficientemente molida.
Con gran contento supieron que a pocas leguas de allí quedaba el puerto de Igatimí, donde, con algunos ahorros que aún conservaban, pudieron conseguir un centenar de bolsas y dos carretones, cuyos conductores se comprome- tieron a transportar el producto una vez embolsado.
Como quedaba aún muchísima extensión del yerbal sin cortar, los ami- Bis gos determinaron que dos de ellos proseguirían tra- bajando mientras el otro, acompa- ñado de un in- dio, llevaría -las bolsas de yerba elaborada a fin de ES venderlas en Iga- Cómo son las casuchas de los yerbateros en Misiones. timí. Así lo hizo, y pocos días después regresaba con una no despreciable suma de dinero, cuya mayor parte se em- pleó en comprar bolsas, instrumentos, víveres, y en pagar sus servicios al carretero y a los indios.
De este modo, durante varios meses continuaron elabo- rando yerba y vendiéndola en el mencionado puerto, hasta que, despojados de sus ramas los árboles del yerbal, llegó el momento de descansar, a la espera de la estación pro- picia. Llenos de satisfacción encontraron que poseían ya una fortunita nada despreciable, parte de la cual em-
