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PAN ¿INDÍGENA

Cuentan las historias, que los primeros conquistadores españoles que se internaron en el territorio hoy ocupado por la provincia de Corrientes y la gobernación de Misiones, quedaron muy sorprendidos de ciertas cos- tumbres de los indios de esos lugares, sobre todo en lo relativo a la alimentación. En efecto, era la cosa más natural para ellos comer la carne y los huevos del yacaré, las larvas que ciertos insectos depositan en las cañas del bambú, la carne del aguatí y muchos frutos sil- vestres como son los de las palmeras, ñangapirú, lunas y piñas de las araucarias.

Penosa fué en un principio, para los europeos, la vida en aquellos lugares donde no podían procurarse los ali- mentos a que estaban habituados. Verdad es que abunda- han ricos peces en los ríos y animales como el jabalí o cerdo del monte, el ciervo, y muchas aves de carne sabrosa, pero una cosa indispensable faltaba, sin la cual los ali- mentos parecen insípidos: el pan.

Como es natural, no se había introducido todavía en América la siembra y cultivo del trigo; y si bien se traía harina del extranjero para elaborar pan, éste resultaba muy escaso y a menudo no llegaba a las poblaciones apartadas.

Fué, pues, con verdadero placer que los primeros coloni- zadores de Corrientes descubrieron un día una planta muy usada por los indígenas, a la que llamaban mandioca. Es