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CALANDRIA, BLANDENGUE Y BENTEVEO
Si recuerdan el diálogo que sostuve con mi amiguita So- fía, respecto del sol y del clima, así como lo diferente del suelo que habitan Andrecito y Eduardo, comprenderán cuán variada es por tales causas la vegetación de nuestro país. Y quien dice variada vegetación, dice también variada fauna, pues sin aquélla no se explicaría la existencia de ésta.
Y si recuerdan también lo que han leído desde el primer grado, notarán que conocen ya algunos animales de nuestra fauna, aunque muy pocos, por cierto, en relación a la gran variedad de los que habitan nuestro territorio. Los más interesantes son, sin duda, los de la familia ornilológica (nombre con que se designa, en conjunto, a todas las aves, grandes y chicas, acuáticas y terrestres), ya sea por lo gra- cioso de sus formas y colores, por la melodía de sus cantos, o por sus ejemplares hábitos de laboriosidad y cariño para con los suyos.
Preséntoles ahora tres pajaritos argentinos, que ofrecen ya una u otra de esas cualidades.
He ahí la calandria, de apariencia insignifi- cante, pero dotada del poder maravilloso de imitar a la perfección el canto de las otras aves. Como casi todos los pá-