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Cayo Cornelio Tácito.

censor; el cual, pensada después la forma en que podía sacar del senado á algunos senadores conocidamente viciosos, se sirvió de una harto apacible y nueva, aunque con cierta apariencia de la antigua severidad. Hizo advertir á cada uno «que examinase su vida y su propia conciencia, y pidiese facultad de salir del orden senatorio, asegurándoles que les sería concedida, y que los reformados del senado serían nombrados per él, juntamente con los que se excusaban, para que de esta manera, templándose el juicio de los censores, con el respeto de haber cedido voluntariamente, se aligerase la infamia.» Por estas cosas propuso el cónsul Vipsania, «que fuese llamado Claudio padre del senado, á causa de que habiéndose hecho ya demasiado común el nombre de padre de la patria, los méritos para con la república debían honrarse también con títulos y recombres nuevos.» Mas él hizo callar al cónsul, ofendido de la sobrada adulación. Ilizose después la descripción y muestra general del pueblo que llamaban Lustro (1), y fueron escritos seis millones nuevccientos cuarenta y cuatro mil ciudadanos. Aquí tuvo fin la ignorancia y descuido de Claudio para las cosas de su propia casa, hallándose forzado no mucho después á echar de ver las maldades de su mujer y castigarlas, para encenderse luego en deseo de unas bodas incestuosas.

Ya Mesalina, empalagada de la abundancia de los adúltcros, pasaba á extraordinarias maneras de deshonestidades, cuando Silio, ó por su locura fatal, ó porque juzgase que peligro tan grande como el que corría no podía remediarse sino con otro mayor, comenzó á representarle descubiertamente «que no consentía ya el estado de sus cosas el esperar más en la vejez del príncipe. Convienen, decía él, los (1) La cifra que arroja el censo, y acerca de la cual están discordes los manuscritos, era la de todos los ciudadanos esparcidos en las provincias.