Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo II (1891).pdf/29

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
23
Los anales.—Libro XI.

consejos sabios á los que se hallan sin culpa; mas para las maldades manifiestas no hay otro remedio que acudir por él al atrevimiento. Añadía, que se veían ya muchos cómplices, estimulados del mismo temor: que él se hallaba sin mujer y sin hijos, aparejado á casarse con ella y con resolución de adoptar á Británico: que daría ya con esto á Mesalina la misma grandeza y autoridad con seguridad de entrambos, si prevenían á Claudio, hombre no menos precipitoso en la ira que fácil á ser insidiado. Fueron oídas con poca atención estas palabras, no por amor que ella tuviese á su marido, sino por sospecha de que llegado Silio á ser emperador la menospreciaría como adúltera, y que la maldad que se cometía y aprobaba por evitar el peligro, en saliendo de él sería estimada por su justo valor. Dióle con todo esto gusto el nombre de casamiento, por el exceso de la infamia, que es el postrer apetito y último deleite de los que del todo se entregan al vicio. Y sin diferirlo más de cuanto Claudio se ausentase, como lo hizo yendo á ofrecer ciertos sacrificios á Ostia, celebró su matrimonio con todas las solemnidades nupciales.

No dudo de que parecerá cuento fabuloso el escribir que ha sucedido entre los hombres una temeridad semejante, como que en una ciudad donde todo se sabe y nada se disimula, se haya visto un hombre, y ese nombrado para cónsul, que á día señalado se case con la mujer del príncipe, llamados testigos para verificar y firmar de sus nombres como se juntaban por causa de tener hijos; y que ella oyese las palabras de los sacerdotes llamados auspices, prestase su consentimiento, sacrificase, asistiese entre los convidados, pasase el día entero en circunstancias y actos lascivos y la noche en todo aquello que se acostumbra entre marido y mujer (1). Y'a verdad es que no he ido en busca de estas (1) Según la forma legal, la cual requería que estuviese la