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Cayo Cornelio Tácito.

según dicen, no dió muestras de tener poco entendimiento, ó por ser ello así, ó porque la compasión común de sus peligros le conservó en esta opinión, sin que llegase á experimentarla.

Mas Agripina, por hacer ostentación de su grandeza hasta en las naciones confederadas, manda que en una villa de los Ubios donde ella había nacido, se junten los soldados veteranos en forma de colonia, y se funde allí una ciudad á quien hizo llamar de su nombre. Y acaso había sucedido que cuando pasó esta nación de esta parte del Rhin, fué su abuelo Agripa el que la recibió debajo de su protección y amparo. En estos mismos tiempos hubo alguna alteración y miedo en la superior Germania, por la bajada que hicieron los Catos, robando y destruyendo la tierra, con cuyo aviso Lucio Pomponio, legado de aquella provincia, añadidos á las gentes de socorro de los Vangiones y Nemetos (1) los caballos legionarios, los advirtió á que con diligencia se opusiesen á los enemigos que saqueaban la tierra, y que si los hallaban desbandados, rodeasen de improviso y acometiesen por todas partes. Siguió la industria de los soldados al consejo de su capitán, porque divididos en dos tropas, los que tomaron por el camino de la mano izquierda embisten y rompen á los enemigos, al mismo tiempo que, acabando de llegar cargados de presa, se entregaban en poder de los deleites y del sueño. Aumentó el gusto de este suceso el haber librado de servidumbre á algunos soldados de los que cuarenta años antes se perdieron en la rota de Varo.

Mas los otros que habían tomado por la mano derecha, que era el camino más corto, encontrando por frente al enemigo, que se atrevió á hacerles rostro, hicieron en él mayor estrago: con que cargados de presa y reputación, dieron la vuelta al monte Tauno, donde Pomponio los espe(1) Hoy los de Vorms y Espira.—Nota del T. E.