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Los anales.—Libro XII.

persona noble, á causa de la hermosura y gravedad de su rostro, le atan la herida y la aplican á ella rústicos medicamentos, con que cobró salud. Sabido después su nombre y suceso, la llevan á la ciudad de Artajata, de donde, por mandado de aquella república, fué enviada á Tiridates, que la recibió benignamente y la trató y honró como á reina.

En el consulado de Fausto Sila y Salvio Otón fué desterrado Furio Scriboniano, porque había procurado saber por vía de astrólogos caldeos cuándo moriría el príncipe. Era tenida también por cómplice en el delito su madre Junia, como impaciente del primer caso porque había sido desterrada. Y el acordarse Claudio de que Camilo, padre de Scriboniano, había movido antes las armas en Dalmacia, le hacía que atribuyese hasta esto á clemencia suya, visto que de nuevo perdonaba la vida á linaje emigo.

Mas con todo eso no vivió el desterrado, sea que le llegó la muerte por su curso natural ó por veneno, supuesto que se dijeron ambas cosas y que cada uno lo entendió como quiso. Hizo después de esto el senado un terrible decreto, aunque vano y sin fruto, por virtud del cual se desterraban de Italia todos los matemáticos. Después de esto el príncipe oro en público en alabanza de los que por verse pobres renunciaban voluntariamente la orden senatoria, y reformó á otros porque añadieron á su pobreza la desvergüenza del quedarse.

Entre estas cosas se propuso en senado la pena que merecían las mujeres que se casaban con esclavos; y ordenóse que las que cayesen en este yerro sin sabiduría del señor quedasen por esclavas; mas que si el señor lo consentía, fuesen tenidas por libertas. Barea Sorano, nombrado para cónsul, propuso que á Palante, á quien César había publicado por autor de este consejo, se diesen las insignias pretorias y trescientos y setenta y cinco mil ducados (quince millones de sestercios); añadiendo Scipión Cornelio «que debían dársele públicas gracias, porque descendiendo de