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Cayo Cornelio Tácito.

mediara presto, hubiera con la discordia y con las armas civiles de nuevo trabajado la república. Un esclavo de Postumo Agripa, llamado Clemente, sabida la muerte de Augusto, no con ánimo servil, imaginó en pasar á la Planosa, y con engaño ó por fuerza robar á Agripa y llevarlo después á los ejércitos de Germania (1). Impidió el atrevido intento de éste la tardanza de una nave de carga, sucediendo el homicidio de Agripa antes que llegase. Y así, volviendo el ánimo á cosas mayores y más precipitadas, hurta las cenizas, y héchose llevar á Cosa, promontorio de Toscana (2), estuvo escondido hasta dejarse crecer el cabello y la barba, no dejando de parecerse algo á su señor en la edad y aspecto. Entonces, por vía de personas aptas y sabedoras del secreto, comenzó á publicar que Agripa era vivo: al principio con hablar entre rincones como de cosa prohibida; después con voz corría á los oídos aparejados de los más ignorantes, y de ellos á la gente más malcontenta y deseosa de novedades. Entra con esto por las villas pequeñas cuando quería anochecer, no dejándose ver descubiertamente ni deteniéndose mucho en una parte. Y sabiendo que la verdad cobra fuerzas con la vista y con la dilación, como la mentira con la incertidumbre y la presteza, procuraba unas veces dejar de sí alguna fama y otras anticiparla y prevenirla.

Divulgábase entretanto por Italia, y creíase en Roma, que Agripa era vivo por merced de los dioses; tal, que llegado á Ostia con grande acompañamiento, comenzaban ya á hacerse en Roma juntas secretas, cuando Tiberio, dudoso si había de castigar á este esclavo con fuerza de soldados, ó bien dejar que el tiempo hiciese desvanecer esta falsa opi(1) Suetonio, Tiberio, 25, y Dion. XLVII, 16, dicen que Clemente pasó á las Galias y de allí á Italia, y que hasta marchó sobre Roma seguido de un gran número de parciales para hacerse dueño del poder supremo; pero el relato de Tácito parece más verosimil.

(2) Hoy Monte—Argentaro, cerca de Orbitello.