Página:Los Anales de Cayo Cornelio Tácito. Tomo I (1890).pdf/113

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
95
Los anales.—Libro II.

lo, sirvió á Tiberio de estímulo para negarle lo que pedía, casi con estas palabras: «Si cuantos pobres hay comienzan »á recurrir acá y á pedir dineros para sus hijos, jamás se »cansará ninguno, y la república se empobrecerá sin duda.

»No fué concedido de nuestros mayores el salir alguna vez »de la proposición, diciendo su parecer por el bien público, »para que nos sirvamos de esta licencia en negocios particu»lares, y para aumentar nuestros intereses con envidia ó »cargo del senado y del príncipe, no menos en el conceder »que en el negar la demanda? Porque éstos no son ruegos, »sino una extorsión intempestiva y no antevista: habiendo »juntado los senadores para otra cosa, el levantarse en pie, »y con el número y con la edad de los hijos tentar la mo»destia del senado y la mía, es como romper el erario; el »cual, si nosotros le vaciásemos con ambición, sería for»zoso rehenchirle después con tiranía. Verdad es, oh Hor»talo, que te dió dineros el divo Augusto, mas no por eso »hizo ley que se te hubiesen de dar siempre: faltaría la in»dustria, alimentarse ha la pereza, si todos impróvidos y seguros esperasen la ayuda ajena, haciéndose inútiles á »sí mismos y carga á nosotros. Estas ó semejantes palabras, aunque oídas con aplauso por los que tienen de costumbre loar todas las acciones del príncipe, buenas ó malas, fueron de muchos recibidas con silencio ó con secreto murmurio. De que advertido Tiberio, después de haber callado un poco, añadió: «que aquello le había parecido responder á Hortalo, mas que si así pareciese á los senadores, daría á cada uno de sus hijos varones cinco mil escudos de oro (200.000 sextercios)». Agradeciéronselo todos: sólo Hortalo calló, ó por temor ó porque entre la cortedad de su fortuna conservase todavía algunos vislumbres de la antigua nobleza de sus abuelos. No tuvo después Tiberio compasión alguna de él, aunque al fin vino á caer la casa de Hortensio en una vergonzosa pobreza.

En este año el atrevimiento de un esclavo, si no se re-