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Los anales.—Libro II.

de Partia, á pedir á Vonón, como al de más edad entre los hijos de Fraates. Tuvo esto César á muy gran gloria, y entregándosele cargado con ricos doues, fué recibido allá con alegría de aquellos bárbaros, como las más veces sucede en mudanzas de principes. Comenzaron poco después á avergonzarse, pareciéndoles que habían degenerado de verdaderos Partos, yendo á otro mundo á pedir rey, hecho ya y acostumbrado a los modos de vivir de sus enemigos.

Dolíanse de que el trono real de los Arsacidas era ya reputado y distribuído como una de las provincias romanas.

¿Dónde está, decían ellos, la gloria de aquellos que mataron á Craso y de los que pusieron en huída á Antonio, si un esclavo de César, después de haber sufrido tantos años la servidumbre, viene ahora á imperar á los Partos?» Provocaba él también el disgusto universal con apartarse de los institutos y costumbres de sus predecesores, ir pocas veces á caza, no deleitarse con caballos, sino haciéndose llevar por la ciudad en litera, y aborreciendo las viandas y regocijos de su patria. Burlábanse también de que se acompaňase de Griegos y de que tuviese cerrada y sellada con su sello (1) hasta la más vil de sus alhajas. Mas la facilidad en dar audiencias y la cortesía que usaba con todos, eran virtudes no conocidas por los Partos; y á causa de no haber sido usadas por sus mayores, las calificaban también por Ivicios; con que vinieron á aborrecer todas sus acciones buenas y malas.

Á cuya causa levantan á un Artabano (2) del linaje de los Arsacidas, que se crió entre los Dahos. Este, roto en el primer reencuentro, reforzó después su campo y couquistó el reino. Deshecho Vonón, no halló otro mejor refu(1) Los Romanos acostumbraban poner su sello, no sólo en sus efectos más preciosos, sino hasta en las cosas de uso común, tales como el pan, el vino, la carne, etc.

(2) Fué el tercero de este nombre. Descendía de los Arsacidas por línea femenina, según se ve en el lib. VI, 42.