Página:Los Césares de la Patagonia.pdf/150

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un copete que se dejaba por insignia de capitán.

—"Huinca Mascardi—dijo.—En la guerra vive el soldado: con ella adquiere favor y con el pillaje hacienda; y á estos guerreros no nos va mal, porque con ella somos señores de las armas de tus hermanos, caballos, petos, espaldares, morriones, espadas anchas, y en sus casas y haciendas hallamos ovejas, vacas, yeguas, hierro, plata y ropa; mujeres en las españolas y criados en sus maridos. Si derramamos sangre, no es poca la que, suya, enrojece los campos. Montones de huesos están por esas quebradas blanqueando sin sepultura; calaveras tenemos en abundancia con que beber en nuestras borracheras, Experiencia tienen de nuestras lanzas, que tantos capitanes y soldados españoles han dejado muertos, perdonando á muchos para pregoneros de nuestro valor.

"¿Acaso nosotros somos menos que tus hermanos? ¿Qué importa que nos lleven por esclavas nuestras mujeres, cuando nos sirven las suyas y nos hacen chicha y nos paren hijos más blancos y más alentados? ¿Para qué hemos de dar la paz? ¿Para que vengan á poblar nuestras tierras y repartirnos como esclavos? Lo que sé es que nuestros antepasados no los pudieron sufrir y los echaron de Osorno, Valdivia, Villarrica, La Imperial, Angol y