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En nombre de la civilización, el bárbaro fué barrido de la tierra y suplantado por el colono europeo. ¡Se acabaron aquellos hombres-niños que iban de un confin á otro de la Patagonia, contándose nuevas de fantásticas cabalgadas y ciudades de huincas! ¡Se acabaron los poyas de Mascardi y los puelches de Antullanca! Los únicos que quedan son tal cual cacique moluche ó tehuelche que, como el taimado Chulilaquin que conocieron Villarino y Menéndez, han cambiado el toquí guerrero por el ridículo bastón de mando. En 1879 los argentinos dieron el último golpe al dominio de los indios en la pampa, y en 1883 Chile terminó su campaña contra los araucanos. Sahihueque y Orelio Antonio I fueron los últimos caudillos que vieron el fin de la Araucanía á un lado y otro de la cordillera.

Conquistado el desierto, surgió la cuestión de límites entre las dos naciones fronterizas y la legendaria región de Nahuelhuapí fué el punto de reunión de peritos, geógrafos ó ingenieros para la base del tratado en que se había de decidir sobre la adjudicación de la Patagonia. El tratado se firmó al fin, dando á Chile las entradas á los valles principales de la costa y todo su trayecto hasta el fondo, y á la Argentina los valles subandinos y las pampas, al este de la divisoria de las aguas, Nahuelhua-