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intentó casar á su hijo D. Felipe, que era á la sazón príncipe, con la reina María de Inglaterra, observóle esta que no era bien dar su mano á nadie que, como ella, no fuera rey:—Pues hagamos reino á Chile, dijo el Emperador; y como regalo de boda se lo dió al príncipe.

Por este tiempo empezaban también á denominarse las tierras patágonicas con los nombres de Conlara, Linlin, Trapalanda á y "provincia de los Césares".

La leyenda había ensanchado sus límites. Empeñada en poblar los desiertos patagónicos con una ciudad encantada de españoles perdidos en sus atrevidas peregrinaciones, y en vista que los náufragos del Estrecho no parecían por esta parte, los trasladó á la región entre Nahuelhuapí y Mendoza, asociados á los antiguos colonos de Villarrica y Osorno que, huyendo de la invasión india, fueron á asilarse á las pampas del Este. Explicaré cómo fué este éxodo.

Al morir el conquistador Valdivia, tenía descubiertas y allanadas ochenta de las ciento setenta leguas que hasta el Estrecho quedaban por reconocer. Valdivia, tan gran capitán como hábil gober-