Página:Los asadores en sopa.djvu/48

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IV


No habia salido aun el sol, pero ya habia claridad. El tambor y su mujer habian acabado por dormirse: toda la noche habían hablado de su hijo, que estaba léjos confiado á la misericordia divina.

El padre soñó que habia terminado la guerra, que los soldados estaban de vuelta en sus hogares y que Pedro ostentaba una cruz de plata en su pecho. Pero la madre soñó que había entrado en la iglesia y habia visto las imágenes pintadas y los ángeles esculpidos de dorada cabellera. Y su hijo querido, el tesoro de su corazon, estaba entre los querubines con trajes blancos y cantaba como sólo los ángeles pueden cantar. Se elevó con ellos en los aires, hácia el sol é hizo á su madre una señal amorosa.

« Mi Tesoro dorado! » exclamó, y se despertó. Nuestro señor lo tiene á su lado. » Juntó sus manos, se ocultó la cabeza en las cortinas del lecho y lloró.