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DE RÍO FRÍO 17

oportunidad que se le presentó, y la casó con el propietario del Rancho de Santa María de la Ladrillera. El marido sí era de la raza india, pero con sus puntas de caviloso y de entendido, de suerte que se calificaba bien á estos propietarios, cuando se decía que casi eran gentes de razón, y á este título se daba á Pascuala el tratamiento de Doña y de Don á Espiridión, el marido.

D.ᵃ Pascuala no era ni fea ni bonita. Morena, de ojos y pelo negro, piés y manos chicas, como la mayor parte de los criollos. Era, pues, una criolla con una cierta educación que le habia dado el cura, y por carácter sa- tírica y extremadamente mal pensada.

D. Espiridión, gordo, de estatura mediana, de pelo negro, grueso y lacio, color más subido que el moreno, sin barba en los carrillos y un bigote cerdoso y parado, sombreando un labio grueso y amoratado como un morcón, en una palabra, un indio parecido á poco más ó menos á sus congéneres. La familia se componía de los dos esposos, de una criada india de mediana edad que servía de cocinera, de recamarera y de todo y para todo lo que se ofrecía, y de un muchachillo de seis á siete años, indito, no del todo feo y ya de razón, pues lo enseñaba á leer D.ᵃ Pascuala para preparar su ingreso en la escuela municipal de Tlalnepantla, que aprendiese el catecismo del Padre Ripalda y las cuatro reglas. La madre fué, en vida, prima de una tía segunda de D. Espiridión que se apellidaba Moctezuma; dejó un poquito de dinero enterrado, y dinero y huérfano cayeron bajo la tutela de D. Espiridión. El muchacho era uno de los millares de parientes cercanos, herederos del emperador azteca. Se puede decir que completaban la familia cuatro peones que hacia años vivían pie en el ran-