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24 LOS BANDIDOS

En el fondo D.ᵃ Pascuala no carecía de razón. Para seguir el pleito del heredero de Moctezuma contra el gobierno se habían valido de un licenciadillo vivaracho, acabado de recibir, que andaba á caza de negocios y pleitos y se llamaba Lamparilla. Era pariente del archivero general D. Ignacio Cubas, empleado muy notable por sus conocimientos en las antigüedades y su manejo de los papeles viejos, cedularios y libros desde los primeros tiempos de la dominación española. Cubas, que era entusiasta por Moctezuma, por Cuauhtemoc y por todo lo que pertenecia á la raza y á la historia de los aztecas, proporcionó á Lamparilla la manera de compulsar las reales cédulas y pragmáticas de Carlos V y de la reina D.ᵃ Juana, y concluyeron con desentrañar la historia de los descendientes del emperador de México, y tener la clave de multitud de cosas curiosas que para todo el mundo eran un secreto. Con estas armas, la fe de bautismo de Pascualito y una información levantada en Ameca, de donde era originaria la familia, ocurrió Lamparilla al gobierno, reclamándole cosa de medio millón de pesos por la pensión atrasada, seis mil pesos cada año por la corriente y la propiedad de todo el volcán de Popocatepetl con sus bosques, aguas, barrancos, arenas, nieves, azufre y fuego interior, ó en cambio de eso una suma fabulosa de dinero.

Lamparilla alquilaba cada sábado un caballo, salía de México á las cinco de la mañana y á las siete estaba ya en el rancho de Santa María de la Ladrillera, desayunándose, muy contento, en compañía de D.ᵃ Pascuala y de D. Espiridión. Acabado el desayuno sacaba de la bolsa un escrito en papel sellado, hacía que lo firmaran marido y mujer, y á las diez estaba de vuelta en la capital.