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34 LOS BANDIDOS

se declaró secreta y en la cual no se llegó á ninguna conclusión, el médico refirió el caso á los sabios doctores sus compañeros, y pareció interesarles un poco más que las discusiones relativas à la religión y á la política. Además, algunos ya tenían conocimiento de él, por una comunicación que les pasó el Ministerio de Justicia y negocios eclesiásticos. Después de una hora, más bien de conversación familiar que de discusión, en que se tocaron puntos muy difíciles, y más bien reservados para una cátedra de anatomía topográfica, dieron su opinión.

El doctor en leyes dijo: No creo que este caso haya sido el único en el mundo. En tiempo del Rey D. Alonso el Sabio, deben haber ocurrido algunos semejantes, y en las Siete Partidas que de todo tratan, y son un modelo de legislación, encontraré seguramente algo que nos tranquilice. Consultaré también á Solorzano y á las Leyes de Indias. Por el momento nada puedo decir.

El doctor en medicina, dijo: Yo sí puedo decir que me parece indispensable una operación, pero hay dos inconvenientes: el primero y principal es que la paciente no podrá resistirla y es más que probable que quede en ella, y segundo que no sé si tendremos en buen estado los instrumentos á propósito, pues en verdad hace por menos muchos años que no se presenta un caso igual, aunque no son raros por más que diga mi apreciable compañero el señor licenciado.

El doctor en teología, quitándose con mucha paciencia su capelo y su borla blanca para revestir su traje habitual y salir á la calle, dijo simplemente: Erró la cuenta.

El doctor Codorniu se retiró sin haber sacado nada