Página:Los espectros (1919).djvu/18

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
18
 

ble, con la que su importancia adquiría aún mayor relieve.

El día que el doctor observó por primera vez en él esta enfermedad, se llenó de satisfacción y estuvo todo el día dando órdenes, con grave acento, a los demás enfermos, que se distraían en levantar una montaña de nieve; se imaginaba ser un general que vigilaba la construcción de una poderosa fortaleza.

No había nada que no mirase con ojos optimistas, y hasta en los males encontraba siempre algo bueno. Una vez, en invierno, se inflamó de repente la chimenea de la clínica; temíase un incendio, y todos los enfermos estaban asustados. Sólo Pomerantzev se felicitaba; tenía la seguridad de que el fuego había destruído a los malignos diablos que, escondidos en la chimenea, aullaban durante la noche. En efecto: los aullidos cesaron, y Pomerantzev escribió un extenso relato de lo que había ocurrido y se lo envió al Santo Sínodo, que, por mediación del doctor, le contestó dándole las gracias. De cuando en cuando volaba a la ciudad, a su oficina; pero lo hacía cada vez más de tarde en tarde; todas las noches recibía la visita de San Nicolás, con quien acudía, volando, a todos los hospitales de la ciudad, y se dedicaba a curar enfermos.

Por la mañana levantábase agotado, cansado, con las piernas hinchadas y un dolor horrible en todo el cuerpo, y tosía terriblemente durante horas y horas.