mo Señor Sowerberry; es un regalo que me hizo la Administracion el primer dia del año. Lo llevé por primera vez si no me engaño el dia que asistí á la vista del proceso formado con motivo de aquel comerciante arruinado que murió al pié de una puerta cochera en medio de la noche.
-Ah! ya recuerdo. —dijo el otro.-―El jurado espresó su veredicto en estos términos: Muerto de hambre y de frío, no es cierto?
Mr. Bumble hizo una señal afirmativa.
— Y añadió de un modo enérgico que si el oficial de vigilancia hubiese.
- Ta...ta...ta...ta!—hizo el pertiguero con tono acre―Si la Administracion tuviese que prestar oídos á toda la ojarazca que esparcen esos jurados ignorantes ¿donde iria á parar?
― Es cierto. —dijo Sowerberry.
―Los jurados-prosiguió Mr. Bumble oprimiendo fuertemente con su mano el baston, costumbre que tenia cuando estaba colérioo.—Los jurados son unos seres viles, bajos y rastreros hasta la quinta escencia.
― Tambien es cierto. ―— dijo el otro.
——Todos ellos no saben lo que es filosofía, ni economía político.―añadió el pertiguero haciendo castañear sus dedos en señal de desprecio.
— Sin duda. —― repuso el otro.
—Yo los despreeio!―prosiguió el pertiguero con el rostro encendido por el coraje.
―Y yo lo mismo! —añadió Sowerberry.
— Quisiera verá uno de esos jurados tan presuntuoso solo por quince dias en nuestro establecimiento; el régimen y los estatutos de la Administracion domarian pronto su; espíritu de independencia.
―Es preciso dejarlos por lo que son Señor Bumble. —dijo Sowerberry sonriéndose con aire de aprobacion para calmar el enojo creciente del funcionario indignado.