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Y quér-dijeron casi todos los que escuchaban.

—Hallaron atajada la calle con vigas y carros,-continuó el mercader,-y detras de aquel parapeto una hermosa fila de migueletes con los arcabuces preparados, y las culatas rozando con los bigotes. Cuando vieron aquella ceremonia... ¿Qué hubierais hecho vosotros?

—Volvernos atras.

—Pues otro tanto hicieron ellos; pero observad si no era el mismo demonio el que los guiaba. Al llegar al Cordusio vieron el horno que desde ayer quisieron saquear, y iqué os parece que se hacía alli? Se distribuia pan á los parroquianos. Habia varios caballeros, y de la primera nobleza, los cuales cuidahan de que todo se hiciese por órden. Pero aquellos bribones, que como digo llevaban el diablo en el cuerpo, y además tenian quien les soplase al oido, se enfurecieron, y entraron en el horno, y coge tú, y cojo yo, en un santiamén, caballeros, panaderos, parroquianos, panes, bancos, ariesas, cajas, sacos, cedazos, salvado, harina, masa, todo se lo levó el diablo.

—¡Y los migueletes?

—Los migueletes tenian que guardar la casa del Director de provisiones, y no se puede repicar y andar en la procesion. Os digo que fué en un santiamén, y se lievaron todo lo que merecia la pena. Despues volvió á proponerse la funcion de ayer: llevar el resto al medio de la plaza y hacer con ello una grande hoguera, y ya empezaba la canalla á sacar las cosas, cuando uno de ellos... Adivinad la propuesta que tuvo la infamia de hacer...

—¿Cuál?

—¿Cuál? Que de todo lo que habia en la tienda se hiciese una pila en la misma tienda, y se pegase fuego á la tal pila allí mismito para que ardiese la casa y el barrio, todo á un tiempo. Dicho y hecho.

—¿Le prendieron fuego?

—Cachaza; un vecino honrado corrió como por inspiracion del cielo á las habitaciones altas, buscó un crucifijo, le halló, le colgó del lintel de una ventana, tomó de la cabecera de una cama dos velas benditas, las encendió, y las colocó delante del crucifijo: la gente miró hácia arriba, y como en Milan, es preciso ronfesarlo, hay todavía temor de Dios, volvieron todos sobre si; quiero decir, la mayor parte, porque habia entre ellos demonios que por robar hubieran quemado el mismo paraíso; pero viendo que la mayor parte no era del mismo parecer, tuvieron que dejarlo. Adivinad ahora lo que sucedió en seguida. Todos los