Página:Los novios. Historia milanesa del siglo XVI (1880).pdf/40

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 28 —

| en sus principios á semejante persecucion. De estas dos razones sólo alegó la primera.

—Y á tí,-dijo luégo volviéndose á Lorenzo con aquel modo con que se suele reconvenir á un amigo manifestándole que no tiene razon;-y á ti, fuera prudente que te hablase de esta ocurrencia? Demasiado la sabes ahora.

—Y qué te dijo el Padre?-preguntó Inés.

—Me dijo que apresurase todo lo posible mi casamiento, que no me dejase ver, y que me encomendase á Dios, con lo cual esperaba que no viéndome D. Rodrigo, ya no se volveria à acordar de mí: y entónces fué,-prosiguió Lucía, volviéndose de nuevo á Lorenzo sin levantar la vista y poniéndose colorada,-entónces fué cuando con sobrada desenvoltura te rogué que se veriticase nuestro casamieuto ántes del tiempo convenido. Quién sabe lo que tú en aquella ocasion pensarias de mi? pero yo lo hacía con buen fin; y esta mañana estaba tan léjos de pensar...

Aquí prorumpió en copiosísimo llanto.

—iPicaro! ;hribon! ¡malvado!-exclamó Lorenzo, paseándose presurosamente por el cuarto y apretando la empuñadura de su cuchillo.

—iQué apuro, Dios mio!-exclamaba Inés.

Paróse el jóven de repente delante de Lucía que lloraba; la miró con ternura violenta, y dijo:

—Esta es la última que hace ese malvado.

—jAh! no,-interrumpió Lucia:-no, por amor del cielo.

—Cómo quieres que Dios nos ayude, si obramos mal? No, por Dios,-repetia Inés.

—Lorenzo,-prosiguió Lncfa con aire de esperanza y resolucion:-tú tienes un ofieio, y yo tambien sé trabajar; vámonos léjos de aquí, y no vuelva ese hombre á saber de de nosotros.

—jAh Lucía! ¿Y luégo? Aunque no somos marido y mujer, querrá darnos el Cura la certificacion de estado libre? Si estuviésemos casados, ;ah! entónces sería otra cosa.

Empezó Lucía á llorar otra vez, y los tres quedaron en un profundo silencio, haciendo su abatimiento triste contraposicion con sus vesti!os de boda.

— Oid, hijos mios, eseuchadme,-dijo Inés al cabo de un rato.-Yo he nacido ántes que vosotros, y conozco un poco el mundo; no conviene asustarse demasiado, pues no siempre es tan fiero el leon cono lo pintan. A nosotros los pobres nos parece la madeja más enmarañada, porque no sabemos encontrarle la cuerda; pero á veces el consejo de un sujeto que ha estudiado... yo bien me entiendo... yo