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cumplir su promesa, fué una niña, y nadie dudará de que se le pusiese por nombre Maria.

Tras de esta vinieron con el tiempo otras criaturas de uno y otro sexo, que eran la delicia de Inés, que lidiaba con ellas, y pasaba todo el dia, ya riñéndolas, ya besándolas. Salieron todas por fortuna bien inclinadas, y Lorenzo quiso que aprendiesen á leer y escribir; porque aunque miraba esta habilidad como cosa de bribones, no creyó conveniente que dejasen de aprovecharse de ella.

Era un placer oirle contar sus aventuras, y siempre acababa su relacion con decir lo que con ellas habia aprendido para gobernarse mejor en adelante.

—He aprendido-decia-á no meterme en embrollos: he aprendido á no ser orador de plaza: he aprendido á no beber más de lo necesario: he aprendido á no estar agarrado á la aldaha de una puerta cuando hay gente de cascos calientes alrededor: he aprendido á no atarme á los piés una campanilla sin prever ántes lo que pudiera acontecer, y otras mil cosas.

Aunque Lucía no hallaba que la doctrina fuese falsa en lo esencial, no quedaba del todo satisfecha. Le parecia en confuso que algo faltaba. A fuerza de oir repetir siempre la misma cancicn, y meditar sobre ella cada vez:

—Y yo,-le dijo un dia á su moralısta,-iqué es lo que he aprendido? Yo no fuí á buscar los trabajos, sino que ellos vinieron á buscarme á mí; á ménos-añadió sonriéndose-que no tengas tú por disparate el haberte querido y haberte prometido mi mano.

Lorenzo quedó por de pronto sin saber qué responder%; pero despues de reflexionar algun poco, sacó por conclusion, que los trabajos muchas veces vienen porque uno se los busca; pero que sin embargo no basta la conducta más arreglada é inocente para evitarlos: de todos modos, vengan por culpa propia 6 sın ella, la confianza en Dios y la resignacion los miligan y hacen que sean útiles para mejorar la vida. Esta conclusion, aunque no la hayan sacado doctores, sino un pobre artesano, nos ha parecido tan exacta, que no hemos titubeado en sentarla aquí como la sustancia de toda esta historia. Si algunos ratos ha podido entreteneros, dad las gracias al anónimo, sin olvidar de todo punto á su remendon; mas si otros ha llegado á fastidiaros, tened por seguro que no lo hemos hecho adrede.

FIN.