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que más de una persona la habia celebrado con entusiasmo.

„El disgusto que él experimentó en Bérgamo le sirvió de una útil leccion. Antes habia sido precipitado en senteneias, y se complacia en criticar las mujeres ajenas y las demas cosas. Conoció en esta ocasion que las palabras hacen un efecto en la boca, y otro en el oido, y se acostumbró á escuchar bien las suyas en su interior ántes de proferirlas.

No se crea, sin embargo, que dejase de haber aún alli sus disgustillos. El hombre, dice nuestro anónimo (y ya sabe el lector por experiencia que éste tiene un gusto bastante raro en materia de comparaciones, pero me lisonje0 que tolerarán tambien esta por ser la última); el hombre, miéntras permanece en el mundo, es un enfermo, que metido en una cama con más ó ménos incomodidad, ve alrededor de sí otras camas muy aseadas por fuera, muy lisas, y al parecer muy bien mullidas, y se figura que ha de ser un gusto ocuparlas; pero si llega á cambiar, apénas echado en cualquiera de ellas, empieza á sentir en un lado una paia que le punza, en otro una dureza que le mortifica, y presto se halla, poco más 6 ménos, como en la cama primera; y esta es la razon, añade el mismo anónimo, porque debemos ántes pensar en hacer bien que en estar bien, que es el modo de llegar á estar mejor. La comparacion está un poco traida por los cabellos; sin embargo, en el fondo no deja de ser exacta. Como quiera que sea, trabajos y penalidades de la naturaleza de los que hemos referido, ya no tuvo que pasarlos nuestra gente: desde cntónces su vida fué tan tranquila, tan pacifica y tan envidiable, que si nosotros contásemos sus pormenores, no dejarian de fastidiar á cuantos la leyesen." Los negocios iban en popa; al principio hubo sus trabajillos por la paralizacion del comercio, la escasez de operarios, y las excesivas pretensiones de los pocos que habian quedado. Se dieron órdenes tasando los jornales, y á pesar de este desatinado recurso, las cosas se arreglaron, porque por fuerza debian arreglarse. Vino luégo de Venecia otra órden más racional, reducida á eximir de toda contribucion real, por espacio de diez años, á los artesanos forasteros que fueser á establecerse en aquel país, lo que fué una 'cucaña para los nuestros.

Antes de que cumpliese el año del casamiento, dió Lucfa á luz una hermosa criatura, y como si fuese cosa hecha expresamente para proporcionar á Lorenzo la ocasion de