Página:Los nueve libros de la historia de Heródoto de Halicarnaso - Tomo II (1898).pdf/146

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LXXXIX. Quiso la desgracia que los Atenienses, por no haber tenido á punto una armada que pudieran oponer á la de los Eginetas, no acudieron al plazo señalado ; de suerte que entretanto que negociaban con los de Corinto para que les dieran sus buques , pasada la ocasion, se malogro la empresa . En efecto , aunque los Corintios, que eran á la sazon los mayores amigos de Atenas, dieron a los Atenien . ses veinte naves que les pedian so color de vendérselas á cinco dracmas por naye , y esto por no faltar á la ley que les prohibia dárselas regaladas, los Alenienses con todo, formando con estas naves cedidas y con las suyas bien ar. madas una escuadra de setenta naves y navegando hacia Egida, no pudieron llegar á ella sino un dia despues del término convenido.

XC. Cuando vió , pues, Nicodromo que al tiempo prefi jado no parecian los Atenienses, tomó entonces un barco y escapóse de Egina en compañía de los paisanos que se guirle quisieron . A todos estos desertores dieron los Ate nienses casa y acogida en Sunio , lugar de donde solian ellos salir á talar y saquear la isla de Egina ; bien que esto sucedió algun tiempo despues.

XCI. Los aristócratas de Egina, vencido en ella el vul go que en compañia de Nicodromo se les habia levantado, tomaron la resolucion de hacer morir á todos aquellos de quienes acababan de apoderarse, y entonces puntualmen te fué cuando cometieron aquella accion tan impía y sacri lega , que jamás pudieron expiar pormás recursos y medios que á este fin practicaron , en tanto grado, que antes se vie ron arrojados de su isla, que no aplacado y propicio el númen de Céres profanado . Hé aquí el caso: llevaban de una vez al suplicio á700de sus paisanos cogidos prisione ros de guerra , cuando uno de ellos, rompiendo sus prisio nes y refugiándose al atrio de Céres la Legisladora, asio con las dos manos las aldabas de la puerta . Procuran á viva fuerza arrancarle de las aldabas, y no pudiendo con