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XLVI. Viendo aquello Artabano, su tio paterno , el mismo que antes con un parecer franco é ingenuo habia desaconsejado al rey la expedicion contra la Grecia ; vien do, pues, aquel gran varon que lloraba Jerges, - « Señor, le dijo , ¿ qué novedad es esta ? ¿cuánto va de lo que haceis alora á lo que poco antes haciais? ¡Poco há felizen vuestra opinion, al presente llorais! - No lo admires, replicóle Jerges, pues al contemplar mi armada me ha sobrecogido un afecto de compasion , doliéndome de lo breve que es la vida de los mortales , y pensando que de tanta muchedum bre de gente ni uno sólo quedará al cabo de cien años.» A lo cual respondió Artabano :- « Aun no es ello lo peor y lo más digno de compasion en la vida humana; pues, siendo tan breve como es, nadie hubo hasta ahora tan afortunado, nide los que ahí veis, nide otros hombres al gunos, que no haya deseado , no digo una sino muchas ve . ces , la muerte antes que la vida ; que las calamidades que á esta asaltan y las enfermedades que la perturban , por más breve que ella sea, nos la hacen parecer sobrado du radera; en tanto grado , señor, que la muerte misma llega á desearse como un puerto y refugio en que se dé fin á vida tan miserable y trabajosa . No sé si diga que por la aversion que Dios nos tiene nos da una pildora venenosa dorada con esa dulzura que nos pone en las cosas del mundo .»

XLVII. A todo esto replicóle Jerges: - « Lo mejor será, Artabano, que pues nos vemos ahora en el mayor auge de la fortuna , nos dejemos de filosofar acerca de la condicion y vida humana tal como la pintas , sin que hagamos otra mencion de sus miserias. Lo que de tí quiero saber es, si á no haber tenido ántes entre sueños aquella vision tan clara, te afirmarias aún en tu primer sentimiento , disua. diéndome la guerra contra la Grecia , ó si mudaras de opi nion : dimelo , te ruego , francamente .---Señor, le responde Artabano, iquiera Dios que la vision entre sueños tenga