DE LA PAPUASIA
S
i la Nueva Guinea es la patria predilecta de las más espléndidas aves de la creación, lo es también de las serpientes, y sobre todo de los pitones, que son los mayores y más formidables reptiles de los bosques.
Ninguna serpiente de las especies conocidas le supera, ni le iguala, ni con mucho, en tamaño; ni siquiera las boas de las selvas brasileñas.
Abundan en todas las islas de la Malasia, en la India, donde hay muchísimas, y en África; pero no las hay en Europa, aunque, a juzgar por las que se encuentran en estado fósil en los terrenos terciarios, debió de haberlas en tiempos remotos.
No son venenosas; pero su ferocidad y su audacia las hacen en extremo temibles. Se atreven con el hombre y con los animales más valientes y corpulentos: hasta con el tigre. El inglés Wádington vió a una en las orillas del Ganges sorprender a un tigre real, apretarlo entre sus potentes anillos y sofocarle al fin, a pesar de los zarpazos y mordiscos del tigre. Tienen tan fuerte musculatura, que estrujan a un oso o a un buey entre sus