anillos, y es tal su vitalidad, que aun después de muertas tienen durante horas enteras sujeta su presa.
Schouten, en su viaje a la India narra a este propósito el siguiente hecho: Durante la recolección del arroz algunos campesinos del Malabar dejaron en la cabaña a un muchacho que, por estar enfermo, no podía salir con ellos al campo.
El muchacho salió de la choza y se tendió a la sombra de una palma, donde se quedó dormido. En aquella posición le sorprendió un pitón gigante. Al volver los campesinos oyeron gemidos sofocados, pero no les hicieron caso al principio. Como siguieran oyéndolos, salieron de la choza y vieron a la monstruosa serpiente, que tenía envuelto al muchacho, aún vivo, entre sus anillos. El padre del muchacho, revistiéndose de valor, partió a la serpiente por la mitad de un hachazo; pero ella, así mutilada, siguió apretando el cuerpo del muchacho hasta sofocarlo.
Viven generalmente estas serpientes en los bosques calientes y húmedos, donde acechan a sus presas, bien ocultas en la yerba, bien suspendidas de los árboles. Prefieren para emboscarse la proximidad de los ríos, para sorprender a los animales que acuden allí a beber.
Aunque no son muy gruesas, pueden tragarse animales diez o doce veces más voluminosos, y veinte veces más pesados que ellas; la dilatabilidad de sus mandíbulas y la elasticidad de su piel que son extraordinarias,