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Página:Los pescadores de Trepang.djvu/38

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EMILIO SALGARI


En aquella bahía, que era muy abundante en algas y en peces, había tal profusión de olutarias, que los pescadores apenas tenían más que hacer que bajarse para recogerlas, pues casi todas las especies viven a pocos pies de profundidad.

Aquella primera jornada fué tan feliz, que de seguro había producido más de 500 pesos, suma considerable habido en cuenta el poco trabajo invertido en ganarlos.

Van-Stael no podía estar más satisfecho. Si la campaña seguía como había comenzado, en pocas semanas podía dejar aquellas peligrosas playas, llevándose un cargamento casi completo.

No pudiéndose transportar los moluscos a bordo, pues tenían que estar algún tiempo al aire libre para que se secaran antes de amontonarlos en el sollado, se armaron tiendas en la playa para refugio de los hombres de guardia.

Los chinos, que temían una irrupción de compatriotas del prisionero, se resistían al principio, prefiriendo dormir en el junco, donde estaban seguros; pero el Capitán hizo que desembarcaran las dos lantacas, y les prometió además que los acompañarían él mismo, uno de sus sobrinos y el viejo Van-Horn, con lo cual les persuadió a quedarse.

Van-Stael y el marinero, que no estaban muy tranquilos, pues sabían que los australianos aguardan a la

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