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Página:Los poemas éroticos de Ovidio - Tomo I - Biblioteca Clásica CCXXXIX.pdf/318

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El remedio del amor

ya con las redes, ya con la liga, o la de ocultar bajo el cebo el corvo anzuelo, que por su daño se clava en la boca del ávido pez. Con estos u otros medios debes engañar las horas, hasta que rompas los lazos que te oprimen. Sobre todo huye, por fuertes que sean los vínculos que te encadenan, huye lejos y emprende viajes de larga duración. Llorarás al solo recuerdo de la amiga que abandonas, y tus pasos se detendrán a menudo en la mitad del camino; pero cuanto más esfuerzo te cueste la separación, ponlo mayor en realizarla; insiste, y que tus pies rebeldes prosigan adelante. No temas las lluvias, ni la fiesta extranjera del sábado, o el funesto aniversario de la batalla de Allia; no inquieras las millas que has recorrido, sino las que te faltan por recorrer, ni busques pretextos que te detengan en un lugar próximo; no cuentes los días, no vuelvas con frecuencia las miradas hacia Roma, huye sin descanso: gracias a la fuga, el partho vive aún seguro de sus enemigos. Alguien calificará de duros mis preceptos, y confieso que lo son; ¿mas a qué remedios dolorosos no nos sometemos por recobrar la salud? Enfermo bebí muchas veces pociones amargas que me repugnaban, y con ganas de comer se me negaban los alimentos que pedía. Por sanar tu cuerpo resistirás el hierro y el fuego, o muerto de sed, no darás a tus secos labios una gota de agua; y no tolerarás por salvar tu alma la dureza del remedio? Esta parte de nuestro ser tiene valor más crecido que la corporal. El principio de mi arte exige grandes sacrificios, mas sólo cuesta trabajo vencer los primeros momentos. Observa cómo el yugo oprime al toro que