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Página:Los poemas éroticos de Ovidio - Tomo I - Biblioteca Clásica CCXXXIX.pdf/335

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Ovidio

sus males. Espectáculo torpe el de dos amantes ayer unidos tiernamente, que se aborrecen de pronto como dos irreconciliables enemigos. La misma Venus desaprueba semejantes querellas. Es cosa común acusar a la delincuente y quererla. Cuando el resentimiento desaparece, el amor, libre de lazos, se aleja con prontitud.

Serví un día de testigo a cierto joven cuya amiga acudió al juicio en litera, y sus palabras todas fulminaban contra ella horrendas amenazas. Ya se disponía a formalizar la querella, cuando dice: *Que salga de la litera.> Sale, y a la vista de su prenda, quédase mudo, los brazos se le caen y las tablillas se le escapan de las manos; corre a abrazarla, y exclama: <Has vencido.» Creo más seguro y conveniente separarse sin reñir que desde el tálamo pasar a los litigios forenses. Deja que se aproveche tranquila de los regalos que le hiciste; tan pequeño sacrificio te reportará bienes sinnúmero. Cuando la casualidad os reuna en el mismo sitio, no olvides emplear las armas que puse a tu disposición. Si el trance te obliga a pelear, lucha valerosamente; Pentesilea caerá al rigor de tus dardos. Piensa entonces en tu rival, en la puerta cerrada a tus pretensiones y los falsos juramentos en que puso por testigos a los dioses. No perfumes tu cabello porque vayas a visitarla; no te esmeres en componer los pliegues ondulantes de la toga, ni pongas tanto empeño en agradar a la que ya no te pertenece, y arréglate, en fin, de modo que ella no sea para ti más que una de tantas.

Voy a revelarte los obstáculos que se oponen prin-