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Página:Los trabajos de Persiles y Sigismunda - Tomo I (1920).pdf/24

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mir, Hízose lo que el capitán mandó; obedeció, callando, el mozo, y en el capitán creció la admiración de nuevo, viéndolo levantar en pie, con la gallarda disposición que tenía, y luego le comenzó a fatigar el deseo de saber dél, lo más presto que pudiese, quién era, cómo se llamaba y de qué causas había nacido el efecto que en tanta estrecheza le había puesto; pero, excediendo su cortesía a su deseo, quiso que primero se acudiese a su debilidad, que cumplir la voluntad suya.