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Página:Los viages de Marco Polo veneciano - bdh0000046954.pdf/59

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chos de éstos, vuelven decididamente sobre el enemigo y lo arrollan: así han vencido muchas veces.

Hoy están muy degenerados. Los que viven en el Catay siguen las costumbres de los idólatras; los que moran en Levante, las de los sarracenos.

Si alguno ha robado alguna cosa de poco valor, se le aplican 7 ó 17 ó 27 ó 37 ó 47 y hasta 107 palos, segun la gravedad del hurto: algunos mueren. El que roba caballo comete un hecho que merece pena capital y se le divide el cuerpo con una espada, pero si devuelve nueve veces el valor de lo robado, queda libre. Los señores y dueños de muchas bestias ponen su marca á éstas, y las dejan pastar sin guardas en la llanura ó en la montaña, y áun cuando se mezelen las de diferentes propietarios se las devuelven entre sí: las ovejas, carneios y cabras, que son grandísimos, gordos y de bella estampa, están al cuida lo de pastores.

Existe una costumbre muy rara. Cuaudo se reunen dos hombres, de los cuales uno ha perdido un hijo y otro una hija, así que llega la época en que podían haberse easado, celebran el matrimonio y lo consig nan en escritura pública; queman este documento y, segun dicen, el humo va á decirles a los difuntos en el otro mundo que son marido y mujer. Despues hacen grandes