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Página:Los viages de Marco Polo veneciano - bdh0000046954.pdf/69

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había tiempo para llamarlas: los 300.000 ginetes eran halconeros y otras personas de de la corte. Organizado este ejército, llamó el Kan á los astrólogos para preguntarles de quien sería la victoria, y ellos le contestaron que haría del enemigo lo que quisiera.

Inmediatamente emprendió la marcha con sus tropas, y en veinte jornadas (el camino era de treinta) se puso tan inopinadamente cerca de la llanura donde estaba Naian conjinetes, que ninguno de los exploradores de éste le pudo avisar con tiempo.

Llegado el amanecer del dia en que iba á trabarse la batalla, subió el gran Kan sobre una altura que dominaba al llano.

Allí, y desde un palanquin sostenido por cuatro elefantes, enarboló su bandera de modo que podía ser vista desde todas partes: ordenó sus soldados en divisiones de áhombres cada una, y con clias rodeó el campamento de Naian, disponiendo que cada jinete llevara un peon armado de lanza. Al ver aquella repentina aparicion, los rebeldes se quedaron atónitos; pero luego corrieron á las armas para resistir la acometida.

Antes de empezar la lucha, los adversarios comenzaron á cantar en alta voz y á tañer instrumentos, porque es costumbre de los Tártaros que, áun cuando estén apercibidos para el combate, no entran en él hasta que no se oye el sonido de los timbales del ge-