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JUDITH
Reposaba Holofernes embriagado
En su lecho de orgía, derramando
A oídos de Judith el rumor blando
De suspiros del pecho enamorado.
Ella al cielo los brazos levantando
Murmura: ¡Oh Señor, he triunfado!
Haz que mi brazo no vacile, helado
Por un soplo cobarde o miserando!
—Dame un beso Judith!—clama el guerrero
—Dame un beso Judith!, que de amor muero.
Y cae en una beatitud serena.
El alfanje Judith toma, tranquila,
Se preña de alegría su pupila,
¡De un tajo la cabeza le cercena!