Página:Malva y otros cuentos (1920).pdf/113

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
109
 

Michka se detuvo, alargando el cuello para ver mejor.

—¿Has arrancado los broches del libro?—preguntó asambrado.

¡Ya lo ves!... Son de plata. Lo menos nos darán por ellos un rublo.

—¡Sí que tienes tupé! ¿Cómo has tenido tiempo de hacer eso...? Escóndelos.

—Claro que voy a esconderlos.

Seguimos nuestro camino en silencio.

—¡Qué habilidad!—se decía, pensativo, Michka. Un verdadero golpe de audacia... Es un buen libro... La vieja, probablemente, tendrá ur disgusto.

—No, hombre—se burlaba Semka—. Se alegrará mucho. Nos llamará y nos dará una buena propina.

—¿ Cuánto quieres por los broches?

—Su último precio son noventa copecks. ¡Ni un copeck menos!... A mí me cuestan más caros. Ya ves, me he roto la uña...

—¡Véndemelos! rogó tímidamente Michka.

—A ti?¿Quieres quizás hacerte unos botones para tu camisa de gala? Bueno; cómpralos.

Te podrás hacer unos botones muy bonitos, lo único que te falta para estar guapo.

—¡De veras, véndemelos!

Y había en la voz de Michka, al insistir, una inflexión de húmilde súplica.

—Con mucho gusto. ¿Cuánto me darás?

—¿Cuánto me corresponde de los cinco rublos?