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Ca! Prefiero gastarme el dinero en la ta—:

berna.

—Te parece mejor?—preguntó riendo Jacobo, con cuatro piezas de cinco, copeks en la mano.

—¡Naturalmente!—repuso Serechka—. El pope me decía que el hombre debía pensar más en su alma que en su cuerpo. Y mi alma pide "vodka", no pantalones. ¡Dame el dinero! Muy bien. Ahora beberé un poco. Pero, de todos modos, le contaré a tu padre...

Cuéntale lo que quieras!—dijo Jacobo guiñando un ojo y mirando a Malva, en cuyo hombro dió un golpecito.

—Y te enterarás de la fuerza de mis puños..cuando yo tenga un poco de tiempo... ¡Quedarás satisfecho, palabra!

—Pero por qué?—preguntó con ansiedad Jacobo.

—Ni yo mismo lo sé... Bueno, Malva, ¿cuándo te casas conmigo?

—Dime antes que vamos a hacer y cómo vamos a vivir... y lo pensaré—contestó seriamente Malva.

Serechka miró al mar, guiñó los ojos, se lamió los labios y dijo:

—No haremos nada... nos pasearemos a través de la tierra.

—¿Y qué comeremos?

—¡Bah!—replicó él haciendo un gesto de desprecio, razonas igual que mi madre: ¿dónde y cómo?¡Qué fastidiosas sois las mujeres! ¿ Acaso