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¡No me pasará lo mismo!

—¿Que no?—dijo el padre frunciendo las cejas. No hablo a tontas y a locas. ¿Cuánto tiempo llevas aquí? Tres meses ya... Lo que debías hacer es volverte a la aldea, y no has ahorrado casi nada para llevarte algún dinero.

Se bebió de un trago, con cólera, el vodka que su hijo le había escanciado, y, asiéndose la barba, se tiró de ella con tal fuerza, que su cabeza se inclinó violentamente sobre su pecho.

En tan poco tiempo no se puede ahorrar gran cosa!—respondió no sin razón Jacobo.

—Pues, entonces, ¿para qué pierdes aquí el tiempo? ¡Vuélvete a casa!

Jacobo se sonrió y no dijo nada..

¡No hagas muecas!—gritó amenazadoramente Vasily, irritado por la tranquilidad de su hijo.

¡No debes reírte cuando tu padre te habla! Ten cuidado, que aún eres una criatura para permitirte esas cosas. ¿No ves que puedo atarte corto?

Jacobo se escanció vodka y vació el vaso.

Aquellas palabras brutales le ofendían; pero se dominaba, no queriendo poner a su padre furioso. Sentía un ligero temor ante su mirada iracunda y severa.

Vasily, al ver que su hijo había bebido solo, sin servirle a él vodka, se enfureció más, aunque se calmó en apariencia.

—Tu padre te manda que vuelvas a casa, y tú te ríes y haces muecas! Yo te enseñaré a obe-