Página:Manifiesto á las naciones del Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas (Lima. Imprenta de Ruiz. Año de 1820).djvu/21

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su furia? De un rey que paga con cadahalsos y cadenas los inmensos sacrificios que han hecho, para sacarlo del cautiverio en que estaba, sus vasallos de España? ¿Unos vasallos que á precio de su sangre y de toda especie de daños, han combatido por redimirlo de la prisión, y no han descansado hasta volver à ceñirle la corona? Si unos hombres à quienes debe tanto, por solo haberse formado una constitución, han recibido la muerte y la cárcel por galardón de sus servicios, ¿qué deberia estar reservado para nosotros? Esperar de él y de sus carniceros ministros un tratamiento benigno, habria sido ir á buscar entre los tigres la magnanimidad del Aguila.

En nosotros se habrian entonces repetido las escenas cruentas de Caracas, Cartagena, Quito y Santa-Fé; habríamos dexado conculcar las cenizas de 80,000 personas que han sido víctimas del furor enemigo, cuyos ilustres manes convertirían contra nosotros con justicia el clamor de la venganza; y nos habríamos atraído la exêcración de tantas generaciones venideras, condenadas á servir á un amo siempre dispuesto á maltratarlas, y que por su nulidad en el mar, ha caido en absoluta impotencia de protegerlas contra las invasiones extrangeras.

Nosotros pues impelidos por los españoles y su rey , nos hemos constituido independientes, y nos hemos aparejado á nuestra defensa natural contra los estragos de la tiranía, con nuestro honor, con nuestras vidas y haciendas. Nosotros hemos jurado al Rey y Supremo Juez del mundo, que no abandonarémos la causa de la justicia; que no dexarémos sepultar en escombros, y sumergir en sangre derramada por mano de ver-