Página:Manifiesto á las naciones del Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas (Lima. Imprenta de Ruiz. Año de 1820).djvu/7

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naturales. No le con venia que se formasen sabios; temerosa de que se desarrollasen genios y talentos capaces de promover los intereses de patria, y hacer progresar rápidamente la civilización, las costumbres y las disposiciones excelentes dé que están dotados sus hijos. Disminuia incesantemente la población, recelando que algun dia fuese capaz de emprender contra su dominación sostenida por un número pequeñísimo de brazos para guardar tan varias y dilatadas regiones. Hacia el comercio exclusivo, porque sospechaba que la opulencia nos haría orgullosos y capaces de aspirar a libertarnos de sus vejaciones. Nos negaba el fomento de la industria, para que nos faltasen los medios de salir de la miseria y pobreza; nos excluía de los empleos, para que todo el influxo del país lo tuviesen los peninsulares y formasen las inclinaciones y habitudes necesarias, á fin de tenernos en una dependencia que no nos dexase pensar, ni proceder, sino según las formas españolas.

Era sostenido con tesón este sistema por los Vireyes: cada uno de ellos tenia la investidura de un Visir: su poder era bastante para aniquilar á todo el que osase disgustarlos: por grandes que fuesen sus vejaciones, debian sufrirse con resignación y se comparaban supersticiosamente por sus satélites y aduladores con los efectos de la ira de Dios. Las quexas que se dirigian al trono ó se perdían en el dilatado camino de millares dé laguas que tenian que atravesar, ó eran sepultadas en las cobachuelas de Madrid por los deudos y protectores de estos procónsules. No solamente no se suavizó jamas este sistema, pero ni habia esperanza de poderlo moderar con el tiem-