Página:Manuela Rosas.djvu/58

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ral, imaginable siquiera que tales propensiones se conservasen puras entre la atmósfera en que vivían? no; mil veces imposible. Eso sería querer negar la influencia de la educación, que vemos y estudiamos a cada instante en derredor nuestro. Eso sería desmentir la debilidad que ha dado Dios a las obras humanas, para que su fortaleza adquirida sea un título de bienaventura con que se presenten en el cielo. Eso sería negar lo que pasa en nosotros mismos en cada período de nuestra vida, porque en cada período de ella, nos educamos, y estamos perfeccionando o pervirtiendo.

La sensibilidad, los gustos, y hasta el impresionable temple de sus nervios, todo debió encallecer, pervertirse, y endurecer en Manuela. Este es irresistible en lo moral y lo natural como en lo físico.

Eso es lo natural, y por eso sucedió