los deseos, es necesario adoptar un sistema de con- ducta.—Este plan no puede ser otro que el que dé por resultado la paz del alma, y aquella alegría inefable que nace de la perlección moral. La felicidad relativa consiste en el cumplimiento de los deberes, en la práctica dela virtud.
183. Esta misma conclusión se desprende de la comparación de los diversos sistemas de 1noral.—La verdadera moral, lejos de alterar la naturaleza huma- na, acepta, explica y concilia todos sus elementos. La contradicción aparente de los móviles encierra una profunda armonía.
Aunque nuestras pasiones están en lucha, se hallan formadas las unas para las otras; el fin de la sensibi- lidad es la satisfacción completa de sus tendencias y en esto se identifica con el egoismo.
La armonia de la pasión y el deber, aunque menos manifiesta, no es menos real. La sensibilidad en si es buena: el movimiento natural con que amamos el bien, lo demuestra. La sensibilidad nos hace agra- dable el cumplimiento de nuestras obligaciones
Réstanos conciliar el deber y el interés; conviene notar para ello que los egoistas hábiles tienen una conducta intachable y llegan á las mismas conclusio- nes que la moral más pura. La virtud, sin embargo, pierde su valor cuando es interesada; el hombre hon- rado ama el bien por el bien mismo.
